martes, 16 de octubre de 2007

Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura

Por Michèle Petit

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Una biblioteca, un libro, es algo que se ofrece, una hospitalidad que se ofrece. Dan a otro lugar, también introducen a otra manera de habitar el tiempo, a un tiempo propio. Un tiempo en el que la fantasía puede brotar libremente, y permite imaginar, pensar. Algunos jóvenes nos dijeron, por ejemplo, cómo en esos tiempos para ellos, en esos momentos en que se levantan los ojos del libro, habían podido construir su espíritu crítico. Como Mounira, cuyos padres también vinieron de Argelia: "Yo había descubierto dos obras, había una exposición de libros (en la biblioteca), allí hablaban de la condición de los judíos en los campos de concentración; eso me cambió la visión de las cosas. Mi manera de ver ahora a la comunidad judía, bueno, mi padre no siempre está de acuerdo. Para él un judío es un traidor, un enemigo. Para mí no. Han sufrido como todos y desde un punto de vista histórico, se los puede considerar como primos.

Mi padre no está de acuerdo con eso. Lo comprendo pero conservo siempre mi opinión."

La lectura puede sacudir creencias bien firmes hasta ese momento, desvirtuar una representación del mundo basada en la oposición entre "ellos" y "nosotros", por ejemplo. Pero si bien puede relajar ciertos vínculos comunitarios, también invita a otras formas de vínculo social, a otras formas de pertenecer a una sociedad. Efectivamente, no por el hecho de dedicarse a ese acto salvaje y solitario que es la lectura, resulta uno ser un Narciso que sólo piensa en su parte de la torta, incapaz de sociabilidades y de proyectos compartidos. Por el contrario, muchos jóvenes nos han contado cómo esos encuentros singulares les habían permitido salir de su pequeño círculo, de sus únicas preocupaciones. El descubrimiento de sí mismo y del otro en sí mismo, se acompaña a menudo con una apertura hacia el otro y con una mayor capacidad de establecer lazos con el mundo. Por otra parte, los que leen ficción son también, en promedio, los que más curiosidad sienten por el mundo real, por la actualidad y por los temas de la sociedad.

Al fin y al cabo, vemos que por la vía de los textos, o mejor aún de fragmentos de textos, trozos recogidos aquí y allá, esos jóvenes construyen sentido, y elaboran un margen de maniobra o de libertad a partir del cual encuentran a veces la energía necesaria para desprenderse de aquello que los bloqueaba. Escuchemos a Daoud, por ejemplo, un joven de origen senegalés, que dice: "Cuando se vive en los suburbios, está uno destinado a tener malos estudios, a tener un trabajo asqueroso. Hay un montón de cosas que lo hacen ir en cierta dirección. Yo pude zafar de eso, ser anticonformista, ir para otro lado, y ese es mi lugar... (Los "vagos") hacen lo que la sociedad espera que hagan, y nada más. Son violentos, son vulgares, son incultos. Dicen: "Yo vivo en los suburbios, entonces yo soy así", y yo fui como ellos. El hecho de tener bibliotecas como ésta me permitió entrar, venir, encontrarme con otra gente. Una biblioteca sirve para eso... Yo elegí mi vida y ellos no."

La lectura y la biblioteca respaldan en este caso un gesto de despegue, de resistencia, de transgresión de los límites establecidos. Y contribuyen a que algunos jóvenes realicen desplazamientos, reales o metafóricos, en diferentes terrenos de su vida: pueden ser un punto de apoyo para que continuan sus estudios o su carrera profesional -e impiden así que se detengan, inmovilizados por el fracaso escolar y el desempleo; pueden sacudir la representación que tienen de sí mismos, su manera de pensar, de decirse, sus relaciones con la familia, con el grupo de pertenencia, con la cultura de origen- y les evitan a veces ser rehenes de una representación estereotipada de esa cultura; pueden ayudar a las chicas a salir de su confinamiento en el espacio doméstico, y ofrecer a los muchachos una alternativa para el gregarismo viril de la calle y para la delincuencia; llevan a otras formas de sociabilidad y de solidaridad; y pueden conducirlos a otras maneras de habitar y de percibir el barrio, la ciudad, el país en que viven.

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