sábado, 17 de noviembre de 2007

Conclusión


CAPÍTULO VII:
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Los Auxiliares Docentes tienen la convicción de que deben continuar con su tarea, por sus alumnos, por los padres, por las escuelas, por ellos mismos y fundamentalmente por la educación Argentina, que nunca abandonó a sus adolescentes.

Educación que demostró desde sus orígenes, que en primer lugar y por sobre todas las cosas se encuentra el ser humano; que no permitió jamás que los valores materiales estén por sobre los morales; que se destacó por hacer prevalecer la esencia del ser humano para engrandecerlo como tal, y desde allí trabajar intensamente para lograr un hombre íntegro, sabio y profesionalmente capacitado para ejercer con responsabilidad la profesión, oficio, trabajo o función libre y que conscientemente pueda elegir dentro de las posibilidades que se les presentarán.

En todo esto están los Auxiliares Docentes, que tienen mucho que ver, por todo lo que hicieron hasta ahora, por todo lo que en el presente están haciendo y por todo lo que todavía queda por hacer.

Creo que lo expresado fundamenta con creces la posición y las inquietudes que tienen todos los Auxiliares Docentes de ser escuchados y tenidos en cuenta. Ellos sienten que pueden ser partícipes fundamentales en la problemática escolar. Pero para ello se lo debe fortalecer dándole una preparación adecuada. Y el que no lo crea así es porque no ha leído con sentimiento este escrito, o porque no le interesan los jóvenes, o porque no ha tenido en su adolescencia la suerte de tener a su lado un Auxiliar Docente.

Roberto Guillermo Borja Ballón: Profesor de informática y Auxiliar Docente Principal o Jefe de Preceptores en la Escuela Nocturna de Comercio Nº 9 en la capital de la provincia, en la ciudad de Resistencia (Chaco), República Argentina.

Reflexión sobre el nuevo modelo educativo

CAPÍTULO VII:
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Considero al igual que muchos, que la educación necesita modificaciones para ajustarse a la realidad, pero no considero que para ello se necesite transformar la estructura. ¡Sí! hacer los ajustes que sean necesarios. Es decir, si mi casa me resulta chica no voy a ir a comprarme otra más grande, desechando la anterior y endeudandome. Lo más lógico es que haga una nueva pieza y que adecue el pasillo de acuerdo a mi presupuesto y con la calidad de la mano de obra que pueda conseguir.

Porque si necesitan adecuar la educación a la realidad primero tenemos que servirnos de ella para ver nuestra capacidad para poder producirla. Y lamentablemente en la faz económica nuestra nación no vive sus mejores tiempos y sus docentes pasaron a ser empleados de segunda por no ser atendidos durante mucho tiempo. Y lo más grave es que se está experimentando con una generación de jóvenes.

Otro punto que resulta incomprensible es que en esta bendita tierra Argentina que siempre defendió la humanización y la hombría de bien de sus educando, hoy busque hacer de ellos mano de obra barata para supermercados, armadores de productos extranjeros o vendedores. Porque si buscamos una educación deshumanizada vamos a crear las condiciones necesarias para que florezcan con mucha fuerza los males que tienen los países del primer mundo como son la delincuencia en todos sus niveles, la drogadicción, el alcoholismo, la prostitución en todos sus niveles y las contiendas de pandillas también en todos sus niveles. Es decir, un país del tercer mundo con problemas del primero.

Por esto puedo afirmar que los Auxiliares Docentes en su función diaria están luchando constantemente en contra de ello pues están tratando de preservar las buenas costumbres y están siempre alertas defendiendo a sus alumnos de esos males que les acechan constantemente. Y aquí vemos que el problema de un adolescente no es sólo aprender a resolver un problema de matemática o estudiarse una poesía de memoria, sino también sentirse acompañado y guiado para prepararse a ser una persona de bien y un ciudadano responsable, consciente, pensante, libre y respetuoso de las libertades ajenas.

Esta gran tarea es la tarea explícita que realiza el Auxiliar Docente y es por ello que los vemos, dentro de sus escaso recursos, esfozándose por perfeccionarse. Nadie le rinde tributo, nadie lo reconoce, nadie lo apoya, pero al estar frente a sus alumnos sabe que es su deber, porque son herramientas que le ayudaran a seguir adelante.